En 2050, el 66? la población vivirá en ciudades lo cual será un desafío para la arquitectura, de acuerdo con Martha Thorne.
A través de los años la arquitectura siempre ha tenido un papel relevante en las ciudades. En cada época se van marcando nuevas necesidades de acuerdo con lo que se vive día con día. En la actualidad, lo más relevante es la situación por el COVID-19, así como el cuidado al medio ambiente, aspectos que también influirán en la manera de proyectar las nuevas ciudades y adaptar las que ya tenemos.
“Se espera que el crecimiento de la población mundial alcance los 8,500 millones de personas en aproximadamente 15 años y se estima que 66% o más porcentaje de la población viva en ciudades para el 2050. Podemos considerar las ciudades como un campo de batalla, donde debemos conseguir vivir de una forma sostenible y justa o puede ser nuestro fin”, advierte Martha Thorne, directora ejecutiva del Premio Pritzker.
Por este motivo, la urbanización trae muchos retos, desde lo más fundamental como la vivienda o los sistemas de gobernanza, explica, pero de igual manera se necesita que las ciudades generen riqueza. Las ciudades forman los principales centros de actividad económica, de innovación y de la cultura.
Otro punto que resalta Martha Thorne es la preocupación por el reto del cambio climático y el cuidado del medio ambiente, particularmente, la construcción debe buscar alternativas para el reciclaje y reúso de materiales.
“Es difícil calcular cuántos residuos genera la construcción, pero se estima que puede ser el 30?l peso total de los materiales que se llevan a la obra”, apunta la directora del Premio Pritzker.
En Estados Unidos, por ejemplo, la demolición de los edificios genera más de 170 millones de toneladas de residuos y menos de la mitad de éstos se recuperan, pues muchos terminan en los vertederos, afirma.
En Europa la cifra aumenta dos veces más que en Estados Unidos, y aunque en Alemania y en los Países Bajos existen mayores acciones de reciclaje, aún hay muchos retos que habrán de encarar.
A nivel mundial, “casi 40? la contaminación del aire es debido a carbono que se emite en los edificios, que mucho tiene que ver con la calefacción, el aire acondicionado y la luz, y todos sabemos que ese desgaste de energía mucho tiene que ver con la calidad de la construcción”, explica Martha Thorne, quien también es decana en la IE University, en Madrid.
Afirma que, aunque no nos damos cuenta a diario, cuando vemos los terremotos, incendios e inundaciones, nos percatamos que está cambiando el mundo; entonces, los arquitectos tienen que hacer sus proyectos más duraderos y que los materiales se puedan reutilizar, no generar tantos desperdicios.
En cuanto al COVID-19, igualmente es otro desafío, ya que ahora los edificios deben diseñarse con espacios más extensos en donde los usuarios puedan convivir mejor y realizar sus actividades.
La ciudad requiere tener espacios públicos más amplios que permitan la distancia, como los restaurantes abiertos al aire libre, que en Madrid son muy populares.
Tecnología para la arquitectura y la construcción
“La tecnología es otro gran capítulo que toca nuestras vidas cotidianas en formas múltiples, constantes y a veces, inimaginables. La tecnología está presionando la profesión de la arquitectura, la industria de la construcción y todas las industrias afines”, señala Martha Thorne.
Es aquí en donde se logra ahora la coordinación y colaboración entre los implicados en la edificación, a través de Building Information Modeling (BIM) y otros soportes, menciona, además de que hay laboratorios y escuelas que están experimentando con la robótica, la inteligencia artificial y drones para la construcción.
La inteligencia artificial, por ejemplo, podrá extenderse y ocuparse en áreas en donde el riesgo para los trabajadores en la construcción puede ser mayor, con lo cual se evitarán accidentes.
Asimismo, la tecnología está cambiando la forma de trabajar al utilizar otras alternativas como los prefabricados.
“Hoy en día hablamos mucho de la industrialización de la construcción para producir elementos en una fábrica para estar ensamblados en sitio. La customización en masa permitirá fabricar componentes aprovechando mejor los materiales y asimismo permitirá diseños singulares y facilitará la correcta colocación de elementos durante la fase de construcción”, indica Thorne.
Se presentan muchos desafíos en el planeta, pero a la vez, oportunidades para un futuro sostenible, asegura.
¿Hacia dónde se debe dirigir la arquitectura?
Existen arquitectos que tal vez piensan que la arquitectura debe tomar una posición de liderazgo, pero Martha Thorne expone que es difícil dar una respuesta de hacia dónde se requiere orientar la arquitectura. Ella comenta que está en dos mundos: el de las grandes estrellas, los ganadores del Premio Pritzker y el mundo de los estudiantes quienes quieren cambiar el mundo.
“Con COVID-19, aunque no lo esperábamos nos ha dado una lección y nos ha impulsado mucho más rápido de lo que habíamos esperado”, afirma.
Debido a la pandemia hemos tenido que cambiar todo desde enseñar en las aulas a usar la tecnología a distancia. Los alumnos y profesores han usado su innovación y el resultado es muy alentador. “El COVID-19 nos dice que no debe ser ni una cosa ni otra, ni tecnología, ni aula solamente, y yo diría que en la arquitectura no podemos esperar un modelo estrella o pensar en un modelo exclusivamente social”, asegura.
De este modo, asevera que los arquitectos y las empresas habrán de integrarse y ser innovadores para enfrentar estos tiempos.
Para ser innovadores, los arquitectos y las obras de arquitectura en sí mismas, precisan ser más receptivos al uso de la tecnología y de la construcción, reitera, necesitan incorporar información utilizando métodos nuevos, no únicamente analíticos, desde el diseño hasta la construcción.
Los arquitectos de hoy y del futuro próximo deben aprovechar al máximo los conocimientos desde la universidad, además de tomar en cuenta otras disciplinas que pueden aportar a la arquitectura.
La decana explica que hay aptitudes que también exigen contemplarse en el perfil del arquitecto: la curiosidad por aprender; la generosidad para compartir con otros las técnicas y herramientas; la paciencia, porque no va a ocurrir todo lo que podrían pretender mañana mismo; así como tener presente la sostenibilidad y la igualdad.
“Para cambiar al mundo tenemos que cambiar nosotros primero, ampliando la definición de la arquitectura, haciendo una profesión y por supuesto, al mundo académico más abierto, flexible, colaborativo, conectado con la sociedad para subir nuestros roles y responsabilidades para realizar las ciudades y las comunidades que todos queremos tener en el futuro”, concluye Martha Thorne.