Latinoamérica enfrenta una paradoja crítica: aunque concentra alrededor del 30 % de los recursos de agua dulce del mundo, su distribución es desigual y vulnerable a la crisis climática. Países como Chile viven sequías históricas; la Amazonía, pese a su abundancia, tiene comunidades sin acceso a agua tratada; y grandes urbes como Lima o Ciudad de México dependen de acuíferos sobreexplotados. Según la ONU, 31 millones de personas en la región carecen de agua potable segura, mientras que otras tantas enfrentan racionamientos periódicos.
En este contexto, el sector de la construcción sostenible se convierte en un actor clave. Cada metro cúbico de agua ahorrado reduce costos operativos, además de contribuir a la resiliencia urbana y a la reducción de la huella hídrica.
Adoptar una gestión hídrica en obras es más que una acción ambiental: es una estrategia de competitividad y sostenibilidad empresarial. A continuación, se presentan cinco alternativas para optimizar el uso del agua en obras y proyectos de construcción:
1.- Captación de agua de lluvia y recarga natural: La captación de agua de lluvia es una de las soluciones más efectivas para sustituir agua potable en actividades de obra como riego, limpieza y compactación de suelos.
En Ciudad de México, el Parque Hídrico La Quebradora es un referente urbano: capta 5 600 m³ de lluvia anuales e infiltra 60 000 m³ al acuífero, contribuyendo a reducir inundaciones y a recargar reservas subterráneas. En Colombia, un prototipo para vivienda en Bogotá ahorró un 25 % de agua potable por hogar y un 26 % de energía gracias a un sistema SCALL. En la comunidad wixárika de México, más de 180 sistemas domésticos han transformado el acceso al agua, mejorando la salud y calidad de vida de miles de familias.
2.- Tratamiento y reutilización de aguas residuales en obra: El tratamiento de aguas residuales y la reutilización de aguas grises pueden disminuir drásticamente el consumo de agua potable en los procesos constructivos.
En Chile, la startup Yaku equipa faenas con biofiltros que reciclan aguas grises para limpieza y riego, logrando un ahorro de agua en construcción de hasta 70 %. En Brasil, la EPAR de Vitória y Serra produce 360 l/s de agua reciclada para procesos industriales mediante membranas de última generación.
En México, empresas cementeras como Cementos Pacasmayo ya han logrado que el 100 % de sus aguas residuales tratadas se reutilicen para riego de áreas verdes y limpieza de accesos en plantas de producción.
3.- Biodigestores y humedales artificiales integrados a la arquitectura: Incorporar tecnologías biológicas al diseño arquitectónico permite cerrar ciclos de agua.
En Nacajuca, Tabasco, la Casa de Música del Colectivo C733 integra humedales y biodigestores que limpian el agua de baños y lavaderos antes de devolverla a cuerpos naturales. En Brasil, la Sede Castanhas de Caju capta lluvia de techos y trata aguas servidas con biodigestores, reutilizándolas en riego y limpieza de instalaciones.
4.- Innovación comunitaria y soluciones integrales: La construcción también puede generar soluciones colectivas. En Perú, la Pontificia Universidad Católica (PUCP) diseñó un prototipo de captación y tratamiento comunitario para la Amazonía que ya se perfila como modelo replicable. En Guatemala, el proyecto “Alas y Raíces Resilientes” combina restauración de manglares con captación natural de agua, generando beneficios tanto ambientales como sociales.
Estos proyectos sostenibles en Latinoamérica son prueba de que la innovación hídrica es posible incluso en comunidades vulnerables.
5.- Grandes infraestructuras con enfoque hídrico sostenible: A nivel macro, Latinoamérica ya impulsa infraestructuras hídricas de gran impacto. En Uruguay, el Proyecto Neptuno aportará el 30 % del agua potable al área metropolitana desde el Río de la Plata. En Bolivia, la modernización de la PTAR de Puchukollo permitirá reutilizar aguas tratadas para riego y disminuir la contaminación en el lago Titicaca.
Invertir en tecnologías eficientes en obras y en prácticas de ahorro de agua en construcción no es un gasto, sino una decisión estratégica. Cada litro ahorrado representa menores costos operativos, cumplimiento de normativas cada vez más estrictas y una ventaja competitiva frente a un público que valora la sostenibilidad.
La crisis hídrica ya es una realidad para millones de latinoamericanos. La industria de la construcción tiene el poder de ser parte de la solución mediante estrategias inteligentes de captación de agua de lluvia, tratamiento de aguas residuales y reducción de la huella hídrica.
Los casos en México, Costa Rica, Brasil y otros países de la región prueban que la tecnología está disponible; solo falta decisión. Apostar por el uso eficiente del agua no solo es una contribución ambiental, sino una inversión en resiliencia, reputación y competitividad para el futuro.
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