De manera similar a los productos del supermercado, ahora los utilizados para la construcción llevan etiquetas, pero en vez de ser advertencias, son un reporte de qué tan ecológicos o contaminantes son, parámetros que son guías para que arquitectos, desarrolladores y empresarios preocupados por el medio ambiente, opten por uno u otro proveedor de material.
"Entonces yo voy y veo la mermelada y digo, ¿cuál escojo? Bueno, pues vamos a ver las calorías de cada mermelada, vamos a ver cuánto cuesta, cuántos gramos tiene la presentación. Lo mismo se hace en la industria de la construcción, tú vas a decidir, en lugar de calorías, cuántas emisiones de gases de efecto invernadero usas con ese producto", explicó la Doctora Isabel Joaquina Niembro García, reconocida ingeniera especializada en gestión ambiental y desarrollo sostenible.
Invitada por el American Concrete Institute (ACI) a la Expo CIHAC 2023, la investigadora, profesora de la Universidad Panamericana y quien fue presidenta del Panel de Revisión de Reglas de Categoría de Producto ONNCEE, participó con la ponencia "Declaración Ambiental de Producto (EPD por sus siglas en inglés)".
La experta aclaró que aunque estas etiquetas no están impresas en el producto de la construcción, suelen ser reportes en ocasiones de más de 20 páginas que orientan a la preferencia de productos y a la toma de decisiones, además de contribuir a certificaciones ambientales y forzosamente tiene detrás un estudio de ciclo de vida.
El estudio de ciclo de vida, dijo, contribuye a romper el esquema de producción lineal y avanza hacia un esquema de circularidad, preocupado por la causa y el efecto de problemas como que en 50 años se haya cuadruplicado el uso de recursos naturales.
Así, explicó, el análisis de ciclo de vida es una metodología que ayuda a ver un problema con una perspectiva de sistema, para tomar mejores decisiones no solo de ingeniería, incluso también de negocio, que consiste en tomar información de todas las entradas y las salidas de los procesos, desde la extracción de materias primas hasta el fin de vida del producto.
"¿Para qué? Para después meterlo a un modelo, que por cierto no es tan fácil, los que saben de ciclo de vida saben que hay mucho que procesar, pero metes toda esta información, gracias a Dios existen softwares que te permiten calcularlo, y entonces metes esta información para obtener como resultado el desempeño ambiental de ese sistema en estudio", apuntó.
Isabel Joaquina Niembro García acotó que el cambio climático solo es una de las muchas categorías de impacto de análisis de ciclo de vida, y también se consideran aspectos como eutrofización, acidificación, niveles de ozono, categorías de daño, entre otros, para saber cómo está dañando cierto producto, proceso o servicio al ecosistema, al consumo de recursos naturales o incluso a la salud.
Dichos estudios, prosiguió, por el grado de complejidad que tienen están normados, siguen una metodología estricta y son verificados. Para el caso de México la que rige es la NOM 14025.
"La normativa dice que el análisis de ciclo de vida es una herramienta de gestión ambiental. Sirve para detectar los puntos calientes en una línea de producción, para establecer una prioridad, cómo tienes que tomar decisiones empresariales en ecoeficiencia, para pensar de forma circular, cómo puedo retroalimentar a mi proceso y dejar de desechar, cómo es eficiente el proceso, y bueno, pues puedes tomar decisiones, etcétera", expuso.
"(En tanto), una EPD es un documento con información exacta, verificable -por eso se revisa-, y no engañosa de los aspectos ambientales de un producto. Un proveedor puede tener menos carga ambiental que otro, y para el que sí está preocupado por estos temas y hace este tipo de construcción responsable, es información súper valiosa. Entonces, te permite tomar decisiones tempranas de diseño y comparar el desempeño en diferentes escenarios", agregó la Doctora Niembro.
